Finalizando el 47, al finalizar los 47

July 28, 2014


Photo by: IM Switzerland Voluntary

Siempre he defendido a “capa y espada” que no a “capotillo y puñal”, las diferentes maneras de concebir, entender y sobre todo vivir el IM, diciendo que todas son válidas y legítimas, debiéndolas respetar.

Mermado bastante emocionalmente por tener que haber renunciado a mi visita en mayo a “Tierra Santa”, iba con el tiempo “in crescendo'” mi desesperación por no apreciar mejora alguna en el pie. Tras probar diferentes curas, al igual que varios tipos de osteopatías, incluida acupuntura, finalmente di con un fisioterapeuta, que las últimas 7 semanas no hizo milagros,… pero algo hizo. Le dije que dado que al caminar era insignificante o nulo la apreciación del dolor solo al correr era insoportable, quería poder caminar la maratona y acabar aunque fuera a media noche (error que me costó muchos más nervios cuando me di cuenta de ello, ya que el IM de Zurich se cierra a las 11 de la noche).

Mis cálculos estaban basados en una fórmula simple e muy ingenua. Si la legión desfila a 160 pasos por minuto ó 180 porque la canción dice "A 180 pasos por minuto, y un sólo corazón, como un huracán de guerra, ¡desfila La Legión!" A lo que íbamos, si calculamos a 75 ó 85 cm el paso sería: 10800 pasos por hora, 10800 pasos a 75 ó 80 cm/paso sería de media 837000 cm, que serian de media 8,32 Km/hora. Entiendo que los desfiles no poseen  una longitud de 42.2Km, por lo que si voy algo más lento no pasará nada. En mis ocho sesiones de marcha sobre 9.5Km que probé me salieron entre 1:22h a 1:24h, por lo que sin muchos imprevistos entre 6:15h a 6:30h podría desfilar mi maratona y 30min. más con algún imprevisto (recordad que lo dije al principio; simple y muy pero que muy ingenua mi formula).

Dado los volúmenes de entreno que llevaba este año tanto en agua como en la bici, así como al nuevo modelaje corporal que acarreo, me habría dado con un canto en los dientes de contento si hubiese necesitado para el agua y la bici solo 9h.  

Mi batalla comenzó antes de entrar al agua, al no saber cómo entrar en el neopreno. Gracias a un triatleta consiguió cerrármelo al mismo tiempo que se rompía la correa y parte del cierre. OK, dentro de él estaba, la pregunta vendría 3.8km más tarde al no saber cómo salir de él.  

Mi primer chute de adrenalina me llegó al pisar tierra tras la natación y ver el tiempo invertido (leches y esto nadado la mitad de los días a la semana y la mitad de metros en cada sesión que solía hacer). ¿Pero qué hago mal? ¨sinceramente TODO). Era tal, que de un solo movimiento de brazos a lo Hulk, el neopreno se abrió hasta bajo (y no se volverá a cerrar, ya que no volvió para casa).

Los húmedos, mojados y a veces lloviznosos 180Km los afronté con cautela. En el llano me veía rodar bien, será eso cierto que en este perfil la grasa y el sebo lubrican, pero estos mismos me lo hicieron sufrir mucho cuando picaba para arriba. En cambio las medias que veía caer sobre el Km 60, 90 y 120 me emocionaban aunque al mismo tiempo apelaban a la cordura, ya que el día, en mis condiciones, sería muy largo. Tras descabalgar de la bici y cambiarme, veo que tengo más de una hora de reserva para mi desfile maratoniano, de lo calculado en el mejor de los casos. Ni que decir que esto supuso otro chute de adrenalina.

El plan elaborado durante los últimos días era caminar y si la cosa iba medio bien, a partir de la media maratona probar a correr, y al mínimo dolor parar y caminar de nuevo. Peeeero, no sé ni cómo ni por qué, al salir de la transición, me dije ¿y si probamos ahora? Dicho y hecho, así que comencé a trotar muy despacio (ya que el 19 de marzo había sido la última vez que había corrido, y la condición era la que era). Para mi sorpres no sentía nada de la lesión pero era muy pronto para emocionarme ya que la cosa acababa de empezar. Trotaba y trotaba, a paso borriquero pero trotaba, bendita sensación que tanto había hechado de menos, y a medida que pasaban los kms, qué deciros, el subidón subía y subía, eso si los avituallamientos andando y de paso le daba una breve tregua al pie. Pero sobre la media maratona llegó lo esperado, mis cuatro meses y medio sin correr llamaron a la puerta y con unas piernas como postes de cemento no me quedó otra que caminar la mitad de la tercera vuelta. Y la cuarta y última vuelta, ya sabéis esa que tanto coloca, la adrenalina seguía anestesiando el pie, por lo que de nuevo a trotar, y trotando pisé la alfombra de esos últimos metros, tras 1 año y 10 meses de involuntaria sequía finisher.

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